Monday, March 3, 2008

Amigos Falaces

Y luego de la presentación, algo de contenido.
Uno de los clásicos de la traducción, así como del estudio de otros idiomas es el de las palabras que suenan parecidas y cuyo significado es muy diferente. Llevan por nombre el de falsos amigos (false friends en inglés o faux amis en francés). Y con ello se refieren al hecho de que aparentan ayudar en nuestra labor de comprensión al parecerse a palabras de nuestra lengua materna, cuando en realidad no hacen sino confundir y complicar la tarea de extraer significado de ellos.
Existen extensísimas listas de palabras que entran en esta categoría para casi cualquier idioma que se tenga intenciones de traducir, pero quizá los casos más representativos por lo frecuentes sean los del inglés, francés, alemán, portugués e italiano.
Estas palabras plantan astutas piedras en el camino de cualquier traducción, esperando a algún incauto que con ellas se tope. Su aparente familiaridad hace prescindir del uso del diccionario cuando más necesario se nos hace. Por ello es importante "amigarse" con ellas para estar presto a reconocerlas e interpretarlas correctamente.
Cuántas veces hemos visto a algún traductor no avisado mencionar librerías en lugar de bibliotecas, o hablar sobre hechos actuales en vez de reales. Quizás no se trate de una realización sino de la comprensión final sobre algo. O, pasando al francés, una décade puede parecer mucho tiempo, pero en realidad son solamente diez días. Y uno puede tranquilamente tener un nombre de la suerte, que no es más que un número. El sol puede ser pisado por los mortales, quienes caminan sobre él todos los días. Y así se podría continuar citando ejemplos en varios idiomas.
El mayor riesgo de los falsos amigos se da cuando el significado real no se aleja tanto, contextualmente hablando, del significado supuesto. Así, en portugués, uno puede referirse al apellido de una persona, que no es otra cosa que su apelativo o apodo. Pero un traductor desatento podrìa interpretarlo como el apellido verdadero de esa persona sin pensarlo dos veces. Y a un lector que desconozca el idioma ni siquiera se le ocurriría cuestionar la palabra del traductor. Al fin y al cabo, quien realizó la traducción estudió para ello.
Son los lectores que realmente manejan el idioma original quienes pueden notar la falencia en el resultado final. Luego de familiarizarse con esas expresiones, uno tiende a "pescar" las inconsistencias, o los errores más usuales. Pero el traductor no debería escribir para quienes conocen el idioma, sino para los que no. Por eso debería hacerse más hincapié en el correcto estudio de los falsos amigos en las carreras de traducción, sea para el idioma que sea, ya que ellos siempre van a estar ahí. Acechantes. Con una mano atrás de la espalda, listos para saltar al cuello de nuestro idioma y a mutilar el significado de nuestro texto.

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